En el café-bar-restaurante
Los asistentes puntuales esperaban que
Susan, hermana de Hunter y bibliotecaria del café-bar-restaurante, abriera las
puertas del establecimiento. Los lunes no se trabajaba al público, en cambio,
el personal realizaba tareas de limpieza y clasificaba el ingreso de los nuevos
libros adquiridos bajo el riguroso intercambio de ejemplares. Matthew, Raymond,
Hunter y su hermana, pasaron directo al comedor de empleados, ahí les sirvieron
el único menú que habían preparado para ese día. Después de una breve sobremesa
bajaron al sótano donde se encontraba el salón de juntas del establecimiento y
la biblioteca de libros y documentos clasificados como “no intercambiables”, el
lugar se encontraba equipado con medidores automáticos para el control de iluminación,
temperatura y humedad. Varias mesas de trabajo les permitió extender papeles,
documentos y fotografías que habían seleccionado para esa ocasión. Susan vio
por vez primera las imágenes del desfile, las pegaron sobre una pizarra que se
extendía a lo largo de la pared. Se sentó a una distancia prudente frente a las
fotografías, que analizó con excesiva atención sin comentar absolutamente nada.
Hasta ese momento sus especulaciones apuntaban
a ciertos trabajos de investigación de Nikola Tesla y Albert Einstein, ambos a
su manera, tenían una estrecha relación con la Alemania de Hitler, y ambos
también a su manera, se habían comprometido con proyectos relativos a la
“trasmisión de la materia a través del espacio tiempo”. Nikola Tesla lo había
mencionado en varias ocasiones y lo había enfatizado de forma muy elocuente
durante algunas de sus históricas entrevistas. Tema que relató refiriéndose a
un artículo en particular de la revista “Immortality”, realizada en el
laboratorio de Tesla en Colorado Springs en 1899. Hunter acaparaba la atención
de todos mencionando unos fragmentos que había copiado de la histórica
entrevista.
“Lo que se considera como espacio
vacío es solo una manifestación de la materia que no está
despierta. No hay espacio vacío en este planeta, ni en el Universo…” La
materia es una expresión de infinitas formas de la luz, porque la energía es
más vieja que ella.
Lee enfatizaba las palabras de Tesla,
en relación al “espacio vacío” y la manifestación de la materia como una
expresión de infinitas formas de luz. La voz lejana del científico, parecía
anidar en los muros del subsuelo donde los sonidos reverberaban con sus ecos, como
si se pudieran atrapar las palabras en los resquicios vacíos para colmarlos de
ideas. Ya en otra ocasión, Tesla se había referido a un aparato que extrae la
energía radiante del continuo espacio-tiempo. La energía radiante, según afirmó
Nikola Tesla, es la que predomina en el Universo. En relación a este fantástico
relato, era posible viajar a lugares sorprendentes utilizando el mecanismo de la
teletransportación.
Raymond movió la cabeza, comenzaba a
desesperarse. Nada parecía tener sentido. Finalmente dijo con voz demandante -yo
sólo quiero saber cómo llegó esa fotografía a la cámara de Matthew. Con
evidente sorpresa, todos se encogieron de hombros. Ante el desconcierto de los presentes,
Ray se disculpó, ya más calmado dijo –Me inclino más por los descubrimientos de
Einstein- tomó uno de los documentos que Susan había seleccionado para la reunión.
-Invisibilidad amigos, ese es el punto, invisibilidad repitió enfatizando con
lentitud cada una de las sílabas.
Me parece que estamos en un callejón
sin salida –intervino Matthew- La paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, es
sólo un experimento mental. El artículo es claro, habla explícitamente del
carácter relativo del tiempo, medido por distintos observadores en diferentes
estados de movimiento, lo que implica que no puede existir una asignación
objetiva del instante de tiempo a todos los eventos que sea válida para todos
los observadores a la vez. Susan temió preguntar, y casi titubeando dijo - están
seguros de no haber visto el cuarto vehículo. –Completamente, dijo Ray. -Nunca
hubo un cuarto vehículo agregó el fotógrafo.
-Voto por el plan B -dijo Hunter –estamos
dando vueltas en círculo, así podemos especular hasta el infinito, esto no nos
conduce a nada. Propongo que entrevistemos a ambos científicos. Nos
presentaremos como reporteros del New
York Times, a fin de cuentas los tres trabajamos ahí -guiñó el ojo- en
efecto, “Book” era el autor de la tira cómica “Todos al Ataque”, cuyo protagonista Lucas, un simpático
investigador privado, mantenía siempre a la expectativa a todos sus asiduos
lectores de la sección editorial que aparecía los domingos. Hunter, además
colaboraba con un puzzle de palabras cruzadas que se publicaba todos los días.
Susan había salido para organizar la
comida, no tardó en regresar con una revista entre sus manos. -Me la acaba de
entregar un niño, el chiquillo dijo que no podía volver mañana y no solicitó a
cambio ningún libro. La portada tenía un dibujo a mano, colorido, a simple
vista parecía representar un símbolo extraño. Las diez y seis páginas de su
interior estaban en blanco, a no ser por un dibujo abstracto que alguien había
trazado dentro de un pequeño rectángulo…
…Al concluir la jornada del día,
cuando los empleados del café-bar-restaurante se habían ido, Susan bajó al
sótano, había pasado una semana y los papeles sobre las mesas de trabajo aún
permanecían ahí. En
realidad no le preocupaba mucho el no
haberlos guardado, porque ella era la única que tenía acceso al depósito de
documentos y libros del sótano, que por su peculiar contenido, eran
clasificados como inestimables y a veces significativamente valiosos. Mientras hacía
un poco de orden y teniendo frente a sí, las fotografías del desfile de Hitler
en Berlín, le asaltó una idea bochornosa. -¿Y si Matthew nos estuviera gastando
la más imperdonable de las bromas? A fin de cuentas, él era un experto en
fotografía, un innovador de técnicas de vanguardia, asiduo expositor en la
galería “Little Glint” de New York, donde solía en tiempos mejores reunirse con
artistas e intelectuales dedicados al arte y a la investigación teórica de la
imagen fotográfica. Incluso en la última exhibición de su obra “Neon and Gas”
había sido objeto de una histórica polémica, suscitada a raíz de un acérrimo debate
entre sus críticos más conservadores.
Susan Se aproximó al vehículo de las
mujeres, sin duda una buena fotografía, más aún por el efecto sombrío que
generaba el largo cabello suelto, como si ocultara de manera etérea las figuras
humanas que se veían nítidas al fondo. Una estela bastante común a no ser por
una ráfaga de aire natural que tuvo que ocurrir justo en ese mismo instante, tan
intensa como para lograr agitarles a las damas la melena de esa manera. La
bibliotecaria pensó que tal vez, el vehículo iba demasiado rápido, idea que
descartó al instante, a menos que, discurrió de pronto, Matthew haya tomado la
fotografía en otro lugar y hábilmente creado el montaje. Tampoco esa era una
buena idea, la secuencia de los negativos no dejaba lugar a dudas la
autenticidad de la misteriosa imagen.
Sin más, comenzaba a organizar los archivos
que había seleccionado ese día, cuando vio la advenediza revista –pensó -Seguro
un autor anónimo que busca notoriedad. Aunque la portada sin ser profesional
era seductora, atrayente. El símbolo extraño que creyó ver en esa oportunidad,
ahora le parecía como una secuencia de dos objetos que flotaban en el aire tras
una explosión. El título y probablemente un subtítulo eran ilegibles, no por
una mala caligrafía, sino por los símbolos, parecían ideogramas antiguos. Hojeó
nuevamente las páginas que estaban sin numerar, justo en la que correspondía al
número catorce, estaba la imagen de un impreciso dibujo enmarcado en un rectángulo.
Su olfato de bibliotecaria y su poderosa sensibilidad la motivaron a guardar el
cuadernillo en una gaveta bajo llave, en la sección de obras anónimas sin
clasificar.
Archivó todos los documentos, antes de
apagar la luz centró su vista sobre el rostro enigmático de la mujer. En ese
momento reflexionó, si no todo ese embrollo era producto de la caótica mente de
Hitler. -Tal vez todo esto tiene que ver con Hitler –pensó. Después de revisar los
controles de seguridad, apagó la luz, cerró con llave la puerta. Al salir del
establecimiento, se dio cuenta que había luna llena y que el cielo iluminado,
creaba sombras que se agitaban en el suelo, cuando el viento movía calmadamente
la espesura ocre del follaje.
Matthew había vuelto a tener problemas
nerviosos, eso decían sus médicos. Frecuentes dolores de cabeza acompañados ocasionalmente
de vértigo y trastornos visuales lo habían mantenido durante varios días recluido
en su habitación. El poco éxito de las entrevistas planeadas con gran detalle, influyeron
en cierta medida a su abulia y desinterés por el asunto de la fotografía, en
realidad ya no quería saber nada al respecto. El día programado para la reunión
con Albert Einstein, su ayudante, un joven húngaro, le había entregado a
Raymond Moore, justo treinta minutos antes del encuentro, una serie de
preguntas que los reporteros del New York
Times solamente debían formular. El ataque de Einstein a la teoría cuántica
nunca había sido rebatido por el científico satisfactoriamente, así que el
investigador aprovechó la oportunidad, para exponer con amplitud su preocupación
y su posición determinante, de unificar los fenómenos luminosos y
gravitatorios, en una sola teoría.
En tal caso, el artículo fue bastante bien recibido en el periódico. En cuanto a Nikola Tesla, todo resultó infame, para ellos y para el mismo científico que el día anterior había cancelado la entrevista. Habían sustraído de su habitación del hotel New Yorker de Manhattan, una cantidad importante de documentos y cajas con valiosa información. En medio de las engorrosas investigaciones sobre el inventario de la obra intelectual del científico que había sido robada, cualquier intento de hablar con Nikola Tesla resultaba completamente infructuoso.
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