sábado, 23 de abril de 2022

Fragmento -1- Raborá

 

Fragmento del poema Raborá

(Obra de Teatro)

Como divino céfiro
circunscribe al cosmos
un espíritu insigne
cuya fúlgida luz concéntrica
y lenta pulsación de onda
adormece al arcano sueño
de eternas orgías vindicadoras.
 

Más Raborá
no pende de un sólo momento luminoso
nace cuando nacen los espejos
sobre las aguas tranquilas
al morir las tempestades
y ausentes los vientos
justo cuando emergen
voluptuosos los astros
arrojados de un frágil universo
carente de memoria
pleno de reticencias
al influjo de las aguas tibias
dispuestas a calmar la sed eterna.

Ahora sé que Raborá
habita los abismos siderales
incitando las tormentas eléctricas
que estremecen el plácido canto
más allá del vértigo de la materia
pálida y desnuda
como esferas danzarinas
dispersas sobre lodo ancestral.

¡Oh hexagrama! Preciso eclipse
sobre la extraña superficie lacustre
en el preludio del breve renacer
con sorda magia ondulante
de líneas paralelas
y cadencia que embruja
el flamante despertar de los poetas.

¿Sabes acaso de otros paisajes
menos sombríos?
¿Tal vez alguna canción que palidece
acechando con grave melodía
en el umbral de la conciencia
sutil cabellera indolente
del glauco rostro de la sinrazón?
 

Mira cómo duermen
los recuerdos coagulados
en el ámbar de antaño
entre los brazos del verso
por donde escala la vida
enigma y principio
cual denso muro
recinto de osamentas
acribilladas de pájaros
que se agitan en la naturaleza
con símbolos inconmovibles.

Y cuando el viento y la gaviota
se forjaron
y la torre y el campanario
y las tinieblas y el incienso
y la cúspide y los aliados
de la Ceremonia del Rito Universal
se presagiaron secretos diabólicos
para complacer a las almas
poseedoras de mentes agudas.

En el crepúsculo
de esta galería antigua y espaciosa
el silencio se cubre de bruma
cuando se anudan los ecos
hasta volverse badajo y campana.
Tocan las sombras
que incendian la noche
con su presencia de espía
en el instante de la premonición
etérea nave
cuando copula el sueño
con su túnica de hojas.

Nadie habitó dos veces
la misma escollera
del barco que zozobra
sepultado en el lóbrego mar
del hastío.

Ya nada es tangible
en la esencia del tiempo
porque somos testigos
de la forma y la sustancia
modelada con paciente
creación inconclusa
como austera casa
que enciende los ojos de luciérnaga
encabritada al precipicio
de la nostalgia.
 

Sólo el llanto de la sirena
aguarda en el sarcófago
lujurioso de la serpiente
que alucina entre la sábana tibia
y la espuma
y el mar frenético
como espectro furtivo
¡OH espíritu!
Vacío de la tumba estéril.

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