domingo, 1 de mayo de 2022

Fragmento del libro "Hacia la creatividad cuántica"


PRELUDIO 

Inmersos en el acto creativo nos olvidamos del contexto formal que lo define. Una actitud personal se apodera del instante mismo de la creación, una nueva forma de enfocar la realidad surge aparentemente de la nada y nos descubrimos de pronto, sumergidos en una idea, en una manifestación mental, que nos impulsa a la realización tangible del pensamiento efímero que nos ha sorprendido, sin ni siquiera nosotros tener conciencia de que lo hemos convocado, en un sorpresivo momento de introspección. 

I.- LA CREACIÓN DE LA MENTE 

1.- LOS CAMINOS DE LA IMAGINACIÓN 

Hace algunos años solía recostarme entre los almohadones de mi cama, en una relajada y pensativa posición, hasta que alguno de mis hijos preguntaba: ¿Qué haces mamá? Yo le respondía: ¡Nada! ¡Pues haz algo! ¿No? 

Pensar puede parecer en principio, no hacer nada. Pero creo que ese no hacer nada, es la parte más asombrosa, fantástica y comprometida de la creación. Ese momento de recogimiento en la soledad, que es tan sólo un destello en la abstracción de una idea, con el tiempo deberá cobrar vida, ardua y pacientemente, a través del trabajo auténtico y mental, que materialice el pensamiento fugaz que nos atrapó en un instante. 

Desde niña me subyugó esa sensación de hacer algo, que sólo transcurría en la intimidad de mis pensamientos. Así adquirí la facultad de ver, sentir, tocar y disfrutar los objetos que cobraban presencia física ante mí. De tal modo yo podía observarlos detenidamente, girarlos, moverlos e incluso desarmarlos, hasta convertirlos en pequeñas partes de un todo, que yo barajaba hábilmente como un asombroso rompecabezas. 

La idea del ajedrez topológico (del que hablaré más adelante) fue sólo el resultado de una serie de experiencias, que fueron madurando a través del tiempo. Antes aparecieron ante mí las imágenes del “Módulo 16”. Imágenes que se diluían frente a la visión de mis pensamientos, para convertirse velozmente en otra cosa, que al principio mi cerebro tardaba en procesar. Una serie de señales en un lenguaje que recién descubría, se instaló en mi mente, mostrándome el mundo maravilloso de las “Transformaciones” 

Así comencé a explorar espacios que sólo habitaban en mis pensamientos, los que con el tiempo me llegaron a ser tan familiares, que a veces perdía contacto con la realidad. De tal modo, desarrollé un pensamiento estratégico, siempre alerta para recibir cualquier desafío futuro, que de forma intempestiva pudiera presentarse. Las oportunidades con rostro de ideas son fugaces y efímeras, y las tiene uno que tomar casi siempre al vuelo. 

Esas imágenes etéreas de mi pensamiento, mi memoria las capturaba como el clic fotográfico de un breve instante, tan sólo el tiempo justo, para tomar rápidos apuntes que me permitirían después, elaborar el análisis de la información que se había presentado sin previo aviso. De alguna manera, las imágenes siempre venían acompañadas con una buena dosis de certeza, de que algo importante se ocultaba detrás de ellas. 

Pero la idea intangible es perecedera, el pensamiento tiene que encontrar un medio de expresión, que le permita comunicar dicho concepto a los demás seres humanos, para que esa imagen mental, contenida en una breve ensoñación, pueda realmente existir. Es entonces el momento de estructurar una acción que deambule por el andamiaje intelectual, para reproducirlo a través de conceptos y razonamientos, que puedan ser percibidos a través de los cinco sentidos, de quienes contemplen la recreación intrínseca de la imaginación. 

Siempre me he preguntado: ¿De dónde surgen las ideas que me acechan con tan vívida intensidad? Nunca lo he sabido, pero considero que la respuesta es irrelevante, ya que con el tiempo me he acostumbrado a vivir con esta singular manifestación. Además, muy probablemente, a todas las personas en algún momento de su vida, les ha invadido este tipo de representaciones, anidándose en sus propios pensamientos. Lo importante de la parte sorpresiva de una idea, es que tiene que florecer y cobrar vida bajo un proceso racional, que nos permita conocer, comprender, juzgar y razonar la estructura del pensamiento, y su función en el plano del espacio real. 

Las ideas tal vez sean producto de la motivación de cierta actitud cotidiana, que está presente en nuestro carácter o temperamento, que se ha forjado desde el momento mismo de nuestra existencia. Sea cual fuere su origen, las ideas que se han instalado en mi pensamiento, le han dado un sentido fundamental a mi vida. 

2.- UNA PARTIDA DE AJEDREZ EN EL PARQUE 

Mi primer contacto con el ajedrez fue a la edad de cuatro años. Mi madre, en compañía de una amiga y su hijo, nos había llevado a mi hermano y a mí, a dar un paseo por los jardines de la alameda, en la colonia Santa María la Ribera, ubicada en una zona de gran tradición y valor arquitectónico de la ciudad de México. Ellas se habían sentado en una banca mientras Alex y Memo jugaban un juego ya olvidado de canicas. Yo observé a corta distancia, a un par de personas que se encontraban enfrascadas, en una situación que me pareció completamente incomprensible. 

Me aproximé a ellos, a pesar de las advertencias de mi madre de “no molestes a los señores”, aunque puedo asegurar que mi presencia pasó totalmente desapercibida. Ambos personajes, completamente abstraídos, permanecían inmóviles de tanto en tanto, hasta que alguno de ellos tomaba con su mano alguna pieza y la movía de lugar, colocándola nuevamente sobre la base de madera, originando un certero y peculiar sonido que hasta el día de hoy no he podido olvidar. 

Pensé que tal vez de eso se trataba, me pareció un juego de sonidos donde cada pieza retumbaba con cierta sonoridad, según la fuerza que le imprimía cada jugador. Algo de eso debía ser cierto, porque supuse que las piezas de sonidos débiles iban perdiendo la batalla, y debían salir del recuadro que las contenía. Sorpresivamente uno de los jugadores movió una pieza, gesticuló una extraña sonrisa y dijo: “jaque mate”. El otro personaje se quedó tan desconcertado como yo. Acto seguido, todas las piezas fueron retiradas de la base, que en un cerrar y abrir de ojos, se convirtió en una caja donde fueron a parar todas las piezas haciendo un enorme estrépito. 

Pasaron varios días, cuando descubrí en el librero de mi casa una caja igual a la que había visto en el parque. Me trepé a una silla, y con gran alegría me apoderé de ella. Me gustaba deambular por el pequeño departamento con la caja bajo el brazo. El ruido que hacían las piezas en su interior me fascinaba. Ocasionalmente colocaba las piezas sobre la superficie reticulada de dos colores y las movía golpeando con fuerza el tablero. La felpa verde bajo las piezas creaba un sonido seco y profundo, que me permitía según su intensidad, determinar que pieza daría el “jaque mate”. 

Mi ingenua imaginación infantil, empezaba a dar origen a mi pertinaz capacidad creativa. No serían los juegos los que me atraparían inevitablemente, sino la creación de ellos. Algo que me favoreció en dicha empresa, fue mi carácter solitario, de tal modo podía compartir con mis amigos imaginarios muchas de las ideas, que a temprana edad fueron poblando mis rudimentarios pensamientos. 

3.- LA SABIDURÍA DE LOS JUEGOS MILENARIOS 

Todo juego que se respete tiene sus reglas. Desde hace más de mil doscientos años ya lo sabían los creadores del Chaturanga (fig. 1) antiguo juego originario de la India, antecesor directo del Shatranj, que en línea directa, ambos debieron dar origen al ajedrez. Cuenta el poeta persa Firdusi, en su obra “Libro de los Reyes”, que el juego se originó a raíz de una polémica surgida tras una guerra de sucesión entre dos hermanos. Para resolver dicho conflicto, se reprodujo la batalla colocando en el suelo escaques de madera teca y marfil. Una serie de estatuillas que representaban al rey y su corte, se colocaron ordenadamente sobre el espacio figurado de la contienda. De tal modo, la infantería, la caballería, los elefantes y los carruajes, tendrían una función específica y determinada, para actuar en el terreno que representaba la guerra sobre el tablero. 

Figura 1. Juego milenario Chaturanga.

Esta bien elaborada estrategia de representación esquemática de hechos reales, dio desde la antigüedad, origen a los modelos de simulación qué con el tiempo, han resultado indispensables para entender el comportamiento de algún fenómeno o suceso, de variable grado de complejidad. 

El Chaturanga, que con el pasar de los años se convirtió en un juego, es ciertamente un prototipo para experimentar de forma aparentemente sencilla, cierto tipo de comportamiento, en donde las relaciones matemáticas y lógicas, están implícitas en el modelo que representa un evento estratégico real.

Entre los juegos más antiguos del mundo, el “Go” (fig. 2) originario de China con una antigüedad de más de tres o cuatro mil años, representaba el modelo de una sociedad cuyos conflictos territoriales, generaban frecuentes enfrentamientos bélicos. Algunas teorías sugieren que este juego fue inventado por generales y jefes del ejército chino, quienes usaban piedras para señalar las posiciones de ataque en los mapas. 

 


 Figura 2. “Go” Juego originario de China. 

Otra teoría sugiere que el Go, se originó cuando un grupo de astrólogos dibujaron estrellas con coordenadas celestiales sobre la tierra, (una tabla) en la que colocaron piedras para alinear las estrellas, construyendo así, un rudimentario mapa celeste. Dicho alineamiento permitía interpretar y predecir el futuro. Cuentan que al terminar una partida de Go, el intérprete podía leer el oráculo de los jugadores, según las posiciones que habían ocupado en el tablero. 

Lo cierto es que, con el tiempo, este juego fue considerado en China una de las Cuatro Artes Tradicionales, y hoy en día se celebran importantes torneos a nivel mundial. A diferencia del ajedrez, en el Go, al inicio del juego el tablero se encuentra completamente vacío y cada jugador pone una ficha por turno. Las fichas se van colocando en las intersecciones del tablero y empiezan siempre las negras. Las sencillas reglas para jugar al Go, harían suponer que es un juego bastante fácil, sin embargo, es un juego que exige una enorme habilidad mental y una elaborada maestría de profundo pensamiento y aguda inteligencia. Hay que mantenerse alerta a lo largo de todo el juego, incluso se ha llegado a considerar actualmente, uno de los juegos de estrategia más difíciles y competitivos del mundo. 

En ambos juegos, en el ajedrez y el Go se encierran milenios de sabiduría. Conocimiento que se originó en los albores de la historia de la humanidad, y no deja de sorprender en el presente, la capacidad de lógica e inventiva que tuvieron sus creadores, para estructurar todo el contexto indispensable en la elaboración de un modelo matemático, en perfecto equilibrio entre Juego, Arte y Ciencia.

Tres valores que sin dudarlo trataría de tomar siempre en cuenta en la creación de todos mis juegos. Ese perfecto equilibrio fue la condicionante que me motivó a lo largo del tiempo, durante el desarrollo del diseño, la estrategia y la lógica de los acertijos o enigmas, que constituían propiamente el fundamento de cada una de mis lúdicas ideas.

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