A finales
del siglo pasado, justo en 1999 tuve la idea de escribir mi primera novela de
fantasía y ciencia ficción “Inmortalidad” (Sincronía). Una noche de insomnio
fue suficiente para visualizar la historia de principio a fin, me quedaba claro
que sería una genealogía de personajes femeninos los que le darían vida al
relato a través de la lectura de un libro, que le había sido heredado misteriosamente
a uno de mis personajes. Pamela quien hace presencia en la novela tan sólo unos
meses, vive a través del libro Sincronía, más de cinco siglos todas las
experiencias que sus ascendientes habían experimentado en sus fantásticas y
singulares vidas.
En 1478
aparece en Mallorca, en la Sierra Tramuntana, la niña Melissa quien es la
primera de la genealogía y de quién no se sabe nada de sus orígenes
(circunstancia que se descubrirá al final de la novela) Escribiendo un día en
la madrugada mis apuntes para la novela discurrí que sería interesante pasar una
temporada en Barcelona, España, (la ciudad donde nació mi madre) y
posteriormente ir a Palma de Mallorca para conocer la Sierra Tramuntana.
Hice
los preparativos para el viaje. El primero de mayo del 2000 partí a Europa con
tan desafortunado incidente, pues unos días antes de mi viaje me asaltaron regresando
del aeropuerto de la ciudad de México cuando había comprado los boletos del
pasaje ida y vuelta, se puede decir que corrí con suerte porque los tres mafiosos
del asalto no me lastimaron, tan sólo me quitaron el dinero que había reunido
para mi estancia en aquel país.
Sin dinero
mi familia supuso que cancelaría el viaje, pero como soy bastante obstinada, tomé
el vuelo con tan sólo seis mil pesos y algunas pesetas. Por si fuera poco, al
llegar a Barcelona, equivoqué la salida del aeropuerto y tomé el pasillo de los
nacionales. Mis amigos, el escritor Juanjo Piñeiro y su esposa, al no verme en
el arribo de los pasajeros de México supusieron que por alguna razón había
cancelado el viaje. Era ya casi media noche cuando llegué a la banda
transportadora de equipajes de mi vuelo, por suerte a lo lejos vi mi querida
maleta, estaba tan abandonada y solitaria como yo me sentía en ese momento.
Pregunté a
una afanadora donde podía tomar un taxi seguro en el aeropuerto y me contestó
que todos los taxis eran seguro, que saliera a la calle y que ahí encontraría
uno. Bueno, así lo hice, el taxista me preguntó mi destino, sin saber a dónde
dirigirme le pedí que me llevara a un hotel, me llevó a las Ramblas frente a un
simpático hotelito. Con maleta en mano, en la calle nocturna de ese emblemático
paseo, frente al bullicio encantador de los paseantes a esa hora, descubrí, ¡Oh
no!... que no había habitaciones disponibles en el hotel.
No tardó en
pasar otro taxi, le pedí al amable chofer que me llevara a un hotel económico y
que por favor preguntara si tenían habitaciones. Ya en el hotel, me topé con
otra sorpresa, no había elevador, tuve que subir mi maleta por las escaleras,
estaba tan cansada que vestida tal cual me tumbé en la cama. Apenas había
logrado conciliar el sueño cuando me despertó un ruido persistente de tacones,
voces y risas que duraron casi hasta el amanecer.Temprano me
arreglé y llamé de un teléfono público a Juanjo, mis amigos pasarían por mí al
mediodía, así que tuve tiempo de caminar un rato por los alrededores, el día
era magnífico y el lugar me pareció ciertamente hermoso. ¡Por fin, estaba en
Barcelona!
Entre los
proyectos que había planeado durante mi viaje era una ponencia que presentaría
en el Instituto de Psicología Transpersonal de Barcelona, durante las “Cuartas
Trobades Transpersonals” … al menos algo comenzaba a salirme bien, mi
presentación había sido bien acogida al grado que los organizadores del evento
junto con mi amigo el escritor, me colocaron en un departamento (“piso” como
dicen en España) para estudiantes extranjeros con gastos pagados de hospedaje y
alimentos durante un mes. El edificio próximo a la Sagrada Familia me permitió
conocer esa importante y muy representativa zona de Barcelona. Durante el día
caminaba por las calles principales hasta la Barceloneta, a veces tomaba la
avenida de las Ramblas y después me encaminaba a la playa, desde dónde
imaginaba a lo lejos mi anhelada isla de Palma de Mallorca.
Como
prefiero escribir de noche, generalmente hasta la madrugada, comencé a teclear los
primeros capítulos de la novela en un ambiente casi irreal, por las
circunstancias que me habían sucedido desde mi salida de México. Días antes de
cumplirse el mes, me despedí de mis amables anfitriones con la promesa de
regresar, cosa que nunca ocurrió. Compré un boleto de avión para Madrid, ya que
originalmente desde México había planeado pasar un par de días por esa ciudad
antes de regresar a mi país. Me instalé en un hotel próximo al metro Sevilla,
pero en vez de tomar el transporte subterráneo prefería caminar hasta la Plaza
de Cibeles y sus alrededores. Madrid al igual que Barcelona, siendo tan
diferentes en muchos sentidos, me parecieron ciudades muy hermosas y ambas me
llenaron de gratas y muy extraordinarias experiencias.El tiempo que
me llevó terminar la novela, descubrí un mundo maravilloso durante mi trabajo
de investigación bibliográfica, a veces las fuentes documentales en la
preparación de una obra literaria son un aliciente que ilumina y enriquece la
imaginación creativa del escritor. Muchos
personajes históricos (de los cuales hablaré en otra publicación) formaron
parte trascendente y estrecha con las vivencias y circunstancias
extraordinarias que acompañaron a mis personajes ficticios desde el año de 1478
hasta el 2150. Fue fantástico escribir mi novela Inmortalidad.
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