Ferdinánd Perilló científico especialista en IA y robótica. Nicholas
Dafra ingeniero en sistemas, experto en inteligencia artificial y criptología. Pamela
artista exoterra y Yara, la chica de la cocina, juegan al Baricoke
(Fragmento de la
novela “Inmortalidad”)
Después de hablar durante largo rato sobre logística,
marketing, patentes y demás temas, Dafra abrió su lap top y dijo –Es hora de
jugar. Pasaron a la mesa del comedor y ya dispuestos –agregó- falta una persona
¿nos puede acompañar la chica de la cocina? –solicitó amablemente a Pamela.
Sí, claro. –Dijo Pamela, e inmediatamente se levantó y fue
al estudio donde Romelia y su hija veían un programa de televisión.
-¿Yara puedes venir un momento?
-Sí señora. –Dijo la muchacha quién se sentó en la mesa
frente a la mujer de Perilló.
Nicholas Dafra repartió a cada jugador un pequeño tablero o
comando que contenía nueve botones de un color diferente cada uno, más una
serie de teclas que permitían escribir el nombre de cada participante debajo de
un marcador que indicaba el número ciento ochenta, y un panel que prometió
explicar su funcionamiento sobre la marcha.
Seguidamente colocó en el centro de la mesa una caja
cuadrada de treinta por treinta centímetros y apenas unos seis de alto en cuya
superficie se veía tan sólo un cristal translúcido. Dio por iniciado el juego
al oprimir un botón de su comando, de inmediato surgieron de la superficie
nebulosa de la caja seis cubos de colores de un aspecto tan inusual que Pamela
no resistió las ganas de tocarlos, pero sus dedos se encontraron sólo a sí
mismos, al mismo tiempo Yara intentó tocar los cubos y con gran arrebato apartó
su mano al no sentir ningún cuerpo entre sus dedos.
-Como lo habrás adivinado pequeñita, es una trampa
holográfica controlada por una sencilla computadora. –Le dijo Ferdinán a Pamela
con una sonrisa de oreja a oreja.
-Pues sí que nos han tomado por sorpresa. –manifestó la
señora Perilló quién aún se frotaba las manos con agradable desconcierto. Yara
había enmudecido y sólo atinó en cubrirse la boca con sus manos.
-No temas Yara, esto es tan sólo un juego.
-No me asusté señora Pamela, es que no sé si están o no
están los cubos.
-Por lo pronto digamos que tus ojos pueden ver lo que tu
mano no puede tocar. -Le dijo Nicholas a Yara. Y le aseguró explicárselo con
gran detalle un día.
-Los cuatro vamos a jugar contra el Baricoke, es decir
contra el personaje que nos muestra sus seis cubos de colores –añadió Dafra y
continuó sus explicaciones- Ahora nosotros debemos conjeturar cuáles colores
exhibirá en la próxima jugada el Baricoke, así que observen bien los que ha
elegido en esta ocasión para establecer un argumento que nos pueda ser útil en
nuestra próxima elección.
-¿Quedó claro? –preguntó el joven de la cachucha. Y como
todos asintieron incluyendo Yara –agregó- bueno, opriman sólo tres colores de
los nueve de su tablero que crean nos mostrará el Baricoke. Yara veía a Pamela
de reojo y a los otros dos jugadores que se mostraban muy seguros con su caja
de comandos. Cuando Dafra se percató que la chica había seleccionado sus tres
colores les dijo, ahora opriman el botón “aceptar”, de inmediato desaparecieron
y volvieron a aparecer nuevas imágenes holográficas de los seis cubos con
distintos colores. En el panel de cada comando se mostraban los siguientes
resultados Pamela sólo pudo acertar un color, por lo tanto, había perdido cinco
puntos de los ciento ochenta así que su récord registraba ciento setenta y
cinco puntos. Fer y Yara habían perdido 6 puntos, es decir, no le habían
atinado a ningún color y Dafra había perdido sólo tres puntos. -Lo siento –dijo
Nicholas- tengo más práctica que ustedes.
El juego continuó llevándose a cabo el puntaje tal y como se
lo había explicado Pamela a Ferdinán en una ocasión por teléfono, sólo que en
vez de ganar puntos se perdían de una base de ciento ochenta. Por otra parte, Baricoke
jugaba independientemente contra cada jugador sólo que él perdía la misma
cantidad de puntos que el jugador atinaba en la elección de sus colores, de tal
modo con el acierto de tres colores de Dafra, el jugador holográfico había
perdido frente a Nicholas tres puntos. El juego terminó cuando Ferdinán perdió
todos sus puntos quedando en último lugar, el cuarto lugar fue para Yara con
sólo diecisiete puntos, en tercer lugar Pamela con treinta y tres puntos y en
segundo lugar con sesenta puntos a su favor el joven de la cachucha que escuchó
al igual que todos a una voz robótica que anunciaba al final del juego. -“gana Baricoke
seguido de Dafra”.
-¿Es posible que alguien pueda ganarle a Baricoke? –preguntó
Pamela.
-Establecer una predicción al cien por ciento o muy
aproximada mediante el pensamiento humano lo creo imposible por ahora –dijo
Nicholas- estoy trabajando en un modelo de contra-Baricoke cuántico, un
personaje provisto de IA que nos pueda garantizar el cincuenta y uno por ciento
de aciertos, cantidad suficiente para ganar con una mínima ventaja, aunque
estoy seguro de que esto me puede llevar bastante tiempo. Por lo pronto he
experimentado con sujetos ciegos y no, es decir, con personas que eligen sus
tres colores como lo hemos hecho nosotros y con personas que no ven los colores
del Baricoke, notoriamente las personas que ven los colores tienen muchos más
aciertos que las que no lo ven.
-¿Crees que se pueda desarrollar un método o estrategia de
juego que te garantice el mayor número de aciertos? –preguntó Ferdinán.
-Por supuesto, yo lo he aplicado ahora, pero aún tengo
muchas dudas y necesito afinar muchos detalles. No sé si sea demasiado
impetuoso de mi parte aseverar esto, pero pareciera que Baricoke hace “trampa”
-¡No juegues! Dijo Pamela lanzándole a Ferdinán una mirada
un tanto irónica.
-¡No! no es broma, es algo muy serio. Veámoslo como un
fenómeno cuántico ajenos a la realidad local, bajo estas circunstancias debemos
entender que existen conexiones misteriosas entre los pensamientos de los
participantes, en este caso, de nosotros. –dijo esto con cierta precaución
temiendo agregar la siguiente frase- Es como si hubiésemos intercambiado
información a la velocidad de la luz con Baricoke sin nosotros saberlo.
-¿Quieres decir que Baricoke hace trampa “porque puede ver,
detectar o percibir” la elección de los jugadores? –preguntó en tono solemne
Ferdinan.
-Me temo que sí… Imaginemos lo siguiente –dijo Dafra
recargando su cabeza sobre su mano izquierda al tiempo que levantaba la mano
derecha señalando algún punto desconocido- Hay cuatro jugadores, por comodidad
asignaré a los colores números del uno al nueve. El jugador A escoge el 3, 2 y
1. El jugador B selecciona el 1, 4 y 5. El C el 6, 3 y 5 y por último el D el 3,
2 y 1. Si Baricoke quiere ganar tendría que escoger el 7, 7, 8, 8, 9 y 9
quedándose a su favor todos los puntos. Otra posibilidad menos drástica de Baricoke
sería seleccionar 7, 8 y 9. De los números restantes seleccionaría el 6 y el 4
porque entre los cuatro jugadores estos dos últimos números sólo fueron
elegidos una vez. Ya tiene cinco números, le falta uno, si quiere poner un
número diferente tendrá que seleccionar entre el 5 o el 2 ya que ambos números
sólo fueron seleccionados entre todos dos veces. Pero seguramente optaría por
el 2 porque el jugador C tiene entre sus números el 6 y el 5.
-En resumen -dijo Pamela- si Baricoke escoge 7, 8, 9, 6, 4 y
2 cada jugador ganará solamente un punto.
-Que para Baricoke no es ni siquiera un rasguño –aclaró
Ferdinan.
-Se me ocurre experimentar una estrategia de pensamiento
colectivo (EPC) para intimidar a Baricoke –manifestó Dafra ajustándose la
cachucha- debemos crear estados superpuestos que apunten a una realidad
concreta.
-(silencio colectivo) Finalmente preguntó Pamela –¿cómo es
eso?
-No veamos a Baricoke como un modelo macroscópico. Tenemos
que internarnos en el mundo cuántico ajeno a eventos reales. Sé que no es
fácil, pero imaginemos por un momento un mundo de acción donde todo fluye como
una tendencia que no se concreta. Que no ocurre, son simplemente tendencias que
están en constante movimiento, son posibilidades de algo que cuando se
manifiesta es que ha surgido de las posibilidades preexistentes del mundo
cuántico de las potencias a través de la energía del pensamiento.
-Parece simple –murmuró Pamela.
-Perdone por interrumpir –dijo Yara que no había abierto la
boca para nada- ¿Baricoke piensa?
Todos rieron, después se hizo el silencio que rompió Dafra
cuando dijo –Es posible Yara, todo hace suponer que estamos empezando a crear
un puente que atraviesa los mundos de la mente y la materia, de la física y la
psique. Estamos tentados a creer que hay una cierta relación del observador con
el mundo observado, pero la realidad es que hay muchos mundos y no todos pueden
emerger al mundo macroscópico.
-Te dije que también es filósofo –sentenció Perilló poniendo
punto final a la conversación.
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